El otro día fui a unos almacenes con una idea clarísima: necesitaba una cajita para un proyecto que ya me rondaba por la cabeza. Fácil, ¿no? Pues resulta que no. Lo único que encontré fueron dos cajas idénticas de cuadros navideños , muy monas pero cero neutras. Aun así, como ya tenía la idea hecha y no pensaba volverme a casa con las manos vacías… pues me las llevé. Qué remedio.
Ya en casa, abrí el cajón de las telas y me puse a montar una camita en miniatura. Le hice su colchoncito, su edredón… y cuando me di cuenta, ya estaba totalmente metida en faena. Y claro: ¿qué es una cama sin su dueño?
Así que nació un conejito de fieltro, blandito y blanco, al que no pude evitar ponerle una bufandita y quedó más gracioso de lo previsto.
Mientras cosía, me vinieron muchos recuerdos de cuando era pequeña. Yo era feliz fabricando mis propios juguetes con nada: cajitas de cerillas, papel, cajas de zapatos, palillos… pero ni rastro de palos de helado en mi casa, eso debía de ser material de lujo 😂.

Espero que disfrutes las fotos y que esta pequeña escena os arranque una sonrisa. Y quién sabe… igual os anima a rescatar alguna cajita olvidada y convertirla en algo mágico.





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